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Fátima es una bordadora artesanal de tercera generación. Tomó el relevo a su abuela y su madre en un oficio que, en su pueblo, Carrión de los Céspedes, una localidad de algo más de 2500 habitantes en el borde occidental del territorio Aljarafe-Doñana, cuenta con una tradición del bordado centenaria, actualmente en declive. Estudió arquitectura técnica, una carrera que le ha facilitado herramientas para su trabajo, “donde tengo que sacar plantillas, hacer dibujos o utilizar programas para la digitalización de diseños”, aunque pronto tuvo claro que su futuro profesional estaría ligado a los bastidores, hilos de seda y dedal.

Además del tradicional mantón de manila, Fátima ha diversificado su producción hacia otros elementos como vestidos o trajes de novia, y sobre todo, ha abierto una puerta a la formación, línea de trabajo que le asegura unos ingresos mensuales fijos y promueve la conservación de este ancestral oficio artesano.

Esta joven bordadora ha sabido conjugar el trabajo, paciente, manual y meticuloso del bordado, con las nuevas tecnologías. Y entre puntada y puntada, cuida su escaparate comercial en las redes sociales, su principal ventana al mundo; y organiza clases online, sembrando así la semilla de la recuperación de un oficio artesano en peligro de extinción.   

 

Fátima Daza Romero

Bordados Manuela. Emprendedora Rural de Carrión de los Céspedes

¿Cómo una arquitecta técnica se acaba dedicando profesionalmente a la artesanía del bordado? Desde pequeña me ha gustado dibujar y las manualidades. Soy muy creativa. Hice bachillerato de arte, y después un módulo de interiorismo. De ahí decidí hacer la carrera. Terminé mis estudios superiores en un momento complicado, en plena crisis inmobiliaria; y coincidió también que mi madre empezó a dar clases gratis de bordado, para que no se perdiera esta artesanía en Carrión de los Céspedes. Comencé a bordar, y me gustó tanto que cogí encargos que le hacían a mi madre. Abrí un blog y redes sociales, y comenzaron a llegarme más y más encargos, incluso del extranjero. Así se inició la aventura.

¿Cómo surgió la idea de formar a otras personas en la artesanía del bordado? Vi un nicho de mercado porque me escribían muchas mujeres que querían aprender a bordar. Tuve que buscar un local de alquiler en Sevilla porque traer a la gente al pueblo era muy difícil. Carrión está muy mal comunicado, no es Mairena o Bormujos. En Triana he estado dando clases dos años, y este nuevo curso he vuelto en un espacio de alquiler compartido, y con más alumnas. También voy a formar aquí en Carrión en un local de mi familia, y además de las clases presenciales, doy formación online. He tenido alumnas de Zaragoza, de Barcelona, de Jaén… La formación me asegura unos ingresos mensuales fijos que me vienen muy bien, y permite que este oficio artesanal no se pierda.

 

“En la formación vi un nicho de mercado porque muchas mujeres me escribían comentándome que querían aprender a bordar" 

¿Cómo repercute tu proyecto empresarial en el pueblo y la comarca?  Por lo que me llega, la gente de Carrión de los Céspedes está muy orgullosa de mi proyecto porque está posibilitando la recuperación de una artesanía que en este municipio tiene una tradición de al menos un siglo. Cuando expongo en alguna feria o participo en algún evento, siempre procuro visibilizar que soy del pueblo y destaco nuestra tradición centenaria del bordado de mantones de Manila, que además en mi caso particular me viene de mi madre y de mi abuela. Soy bordadora de tercera generación.

¿Qué mujer emprendedora te ha inspirado de forma especial? Sin duda, mi madre. Mi empresa lleva su nombre, y estoy muy orgullosa de ello. Mi madre, que con 10 años ya estaba delante de un bastidor, ha luchado mucho durante años para que no se perdiera esta tradición artesanal en nuestro pueblo. De ella, además, he heredado mi forma de bordar, cuyas principales señas de identidad son las flores y figuras pequeñas, el uso de molduras y marcos, y el movimiento. No obstante, siempre nos adaptamos a los gustos de nuestra clientela.

En tu trayectoria empresarial, ¿has encontrado dificultades añadidas por ser mujer rural? Como comentaba, para el tema de la formación he tenido que ser yo la que me acerque a Sevilla a hacer los talleres porque el pueblo está mal comunicado. Por otro lado, no tengo hijos y no me han surgido los típicos problemas de conciliación que seguramente tendría si fuera madre, y que veo a través de la experiencia de otras mujeres. Sin ayuda externa, es imposible llevar a cabo una tarea como la del bordado, que requiere de tantas horas y dedicación. Este trabajo, además, está especialmente feminizado (no como el bordado en oro, que realizan casi en la mayoría de los casos hombres), así que no he encontrado dificultades añadidas en ese sentido.

 

“Mi proyecto está favoreciendo la recuperación de una tradición artesana centenaria en mi pueblo, que se estaba perdiendo”

¿Qué consejos darías a una mujer que quiera emprender en el sector de la artesanía en el medio rural? Creo que es fundamental que tenga en cuenta el papel que en estos tiempos tienen las redes sociales e Internet. En mi experiencia, foto que suba a redes, foto que genera un interés, acabe o no en encargo. Mi próximo reto es abrir una tienda virtual, algo que voy a hacer a través de la ayuda del Kit Digital. Internet también me acerca a otros artesanos y gente del sector. Por otro lado, es importante contar con la ayuda de los agentes de desarrollo local y contratar a especialistas gestores que te informen y te apoyen con el papeleo, que es muy difícil. Es también primordial hacer redes y crear sinergias con otras mujeres artesanas y empresarias. Yo, por ejemplo, me apoyé en una bordadora de Chile que me ayudó muchísimo a la hora de montar mis talleres formativos online.

¿Animarías a las mujeres rurales a emprender? Si ello te lleva a trabajar en lo que te gusta, es fundamental. Hacer lo que a una le gusta significa levantarte cada día con ganas y motivación. Antes de montar mi propia empresa tuve algunas experiencias laborales que seguramente me empujaron a crear y creer en este proyecto. Ahora con la tarifa plana de autónomo, animo a que lo intenten. Si de verdad te gusta algo, inténtalo. Yo he sido capaz, ¿por qué no lo vas a hacer tú?

 

"Mi próximo reto es abrir una tienda virtual. Internet también me acerca a otras personas profesionales del sector" 

 

Proyecto "Mentoring: apoyo al emprendimiento femenino" del Grupo de Desarrollo Rural Aljarafe-Doñana  (ADAD), subvencionado por el FEADER de la Unión Europea y la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía